ORIGEN DE LA ETICA
En la época Homérica: La ética nació
como disciplina filosófica, con la reflexión de los sofistas, en Grecia. Para
Comprender las condiciones de su origen, debemos remontarnos al estudio de los
juicios de valor de tiempos anteriores; por ejemplo para Homero el principal
juicio de valor consistía en calificar a los hombres que reunían los requisitos
de habilidad, valentía, astucia, etc. Sin dar mayor importancia a lo que hoy entendemos por moralidad.
Con el tiempo, el término fue perdiendo su significado original. Se
transfirió el contenido original de la palabra a la estirpe de aquel de aquel a
quien se califica, por eso ahora se daba
únicamente a aquel que tenía sangre de noble.
En la época clásica: Se reunían las
cualidades de sus antepasados, se hizo necesario, culturalmente, revisar los
calificativos, empezando a popularizarse el uso de la palabra arete, que quiere
decir virtud, para referirse a las cualidades que debía tener un buen hombre,
pero que muchas veces no tenia.
En la práctica, la virtud se resumía a la cualidad de la justicia,
tratando de determinar en que consistía la justicia; pero este era un problema
serio, pues en los distintos estados griegos se veían justicias diferentes. La pregunta
por la justicia se convierte en un cuestionamiento por la posibilidad de que
exista una justicia universal e incambiable, que sea fundamento de la virtud.
Alrededor de estas preguntas por la justicia, la virtud y la bondad, se
estructura la Ética, que a partir de un estudio etimológico, puede definirse
como “ciencia de
la recta configuración del carácter del hombre” o como “ciencia de las costumbres”, según la interpretación
que se haga de los originales griegos.
ETICA DESDE LA EXPERIENCIA HUMANA
La ética, o mejor, la moral, a nivel de experiencia, consiste en saber
emitir juicios acerca de la bondad o maldad de los demás, de sus actos o del
mismo sujeto que juzga, por lo que se debe tener criterios para hacer esos
juicios, por ejemplo sobre las acciones, sobre las personas, y sobre la vida
entera.
JUICIO SOBRE LAS ACCIONES: A nivel
de acciones, se ha planteado una serie de discusiones sobre el derecho que los
hombres tienen de juzgar las acciones de los demás. Los que se oponen a este
derecho, argumentan con el principio que sostiene que cada hombre que juzga es
el primero en caer en la falta que condena.
Si se siguiere tal principio, se caería en una postura ética que
permitiría al individuo realizar todo cuanto su conciencia tolere. Creemos que
toda acción debe tener un criterio objetivo que permita el juicio sobre la
misma y sobre el hombre que la ejecuta.
Para buscar ese criterio objetivo hay que analizar los elementos que se
hallan en toda acción: una persona que la ejecuta, la circunstancia en que se
ejecuta, el fin perseguido, la intención de perseguir el fin y el efecto
producido.
Toda acción es ejecutada por una persona humana. Esta tiene una
disposición biológica heredada y otra cultural adquirida para actuar de un modo
determinado.
A la disposición biológica se conoce con el nombre de temperamento, y a
la cultural todo lo que se ha aprendido a través de la educación y es lo que le
da el carácter. Se debe reconocer que en todas las acciones hay predisposición,
pero las personas, por su libertad, pueden elegir cada uno de sus actos. Y el
hombre debe responsabilizarse de los actos que elija.
La persona no puede ser, el criterio de moralidad que buscamos. Otros
argumentan que podría juzgarse un acto por las circunstancias a que obedece. En
este caso se contestara que hombres distintos responden de un modo diferente en
las mismas circunstancias, pues no pueden ser tampoco el criterio de moralidad.
Se ha dicho también, que un acto que será bueno si se encamina a un fin
noble y loable que se situé en la esfera de los valores absolutos.
Pero eso solo podríamos juzgarlo si conociéramos la intención de quien
ejecuta el acto.
Si existe el fin bueno, el hombre puede encaminarse a el por sus actos,
es decir, puede tener la intención de conseguir el fin. Pero esos actos, aunque
persigan el fin bueno, pueden no lograrlo. En ese caso se dice que si bien la intención es buena, el acto no lo es.
No basta solamente la intención para determinar la bondad o maldad de un acto.
Solo se debe considerar el efecto conseguido con el acto. Es por medio
de los resultados que podemos juzgar objetivamente lo ético de un acto, lo que
nos lleva a este pensamiento un tanto popular: Obras son amores, y no buenas
razones. Si los resultados se encaminan a un fin bueno, aunque se persiga ese
fin, la acción es considerada buena.
El juicio sobre las personas: Se puede decir que no son los actos
particulares o las intenciones los que determinan si se es bueno o no. Tampoco
lo podría determinar la responsabilidad, pues una persona puede
responsabilizarse de las consecuencias de un acto malo y nocivo y no por ello
ser bueno.
El hombre bueno se determina por el carácter moral que se va
conformando en sus actos, por sus hábitos, por sus costumbres. Por algo se dice
que la Ética es también Ciencia de las Costumbres.
El Juicio Sobre la Vida: La vida solo se puede juzgar como buena o mala
una vez que se da por terminada, cuando se valoran los resultados alcanzados,
cuando se comparan los efectos logrados con los fines pretendidos o cuando se
valora absolutamente la vida según su orden transcendental.
El juicio sobre la vida total lo puede hacer un hombre cuando esta por
terminar su vida física o cuando ha terminado una etapa significativa de su
vida; pero también puede hacerlo quien observe desde fuera la vida terminada de
otro, después de su muerte, o ante un acontecimiento crucial en esa vida.
Entendiendo que la vida buena es la meta de toda elección, ya que nadie
escoge a sabiendas el mal. Es negativa en el sentido de que seria difícil para
las personas convenir en cuales exactamente habrían de ser los detalles de la
vida buena.
Quienes están satisfechos con las metas alcanzables a corto plazo,
tienen una firme fe en que la inteligencia conveniente aplicada a los problemas
cualesquiera que sean, constituirá a la larga una vida buena, esto es, una vida
de acción inteligente. Resolver los problemas cotidianos inteligentemente de
manera que nos acerque a la vida buena.
La vida buena tiene dos cuestiones correlativas importantes: el buen
individuo y la buena sociedad. Se trata de resolver la cuestión de la primacía
entre el buen individuo y la buena sociedad, por que el hombre no puede ser
definido sin referencia a la sociedad. La vida buena se revela en ambos. Surge
cuando el individuo se comporta de cierta manera para con los demás y cuando el
grupo esta de tal modo estructurado, que lo ayude a vivir bien.
Hay, sin embargo, un sentido en
el que el individuo es más directamente interesante en la vida de una sociedad.
Para la Filosofía de la Educación la vida buena se esboza así: Es transcribir
la vida buena, el buen individuo y la buena sociedad, en aprendizajes que
posiblemente contribuirán a producirlos. Esto significa el establecimiento de
una jerarquía o graduación de medios y fines, para que idealmente cada
actividad educativa, por mínima que sea, encuentre su justificación en cada
objetivo de vida.
El filósofo tiene un puesto específico en el viaje hacia la vida buena;
es responsable de enmarcar la visión misma dentro del trabajo filosófico del
pasado y del presente, en un lenguaje y de un modo tal, que todos puedan
comprenderlo, de tal manera que todos los ciudadanos puedan llegar a una
comprensión practica de la misma.
Aristipo: que el secreto de la vida buena estaba en el placer, el
placer más intenso y desordenado de que pudiera disponerse.
Epicuro: convino en que el placer
era ciertamente el mayor bien, pero tuvo tanta cautela para evitar el dolor,
que llego a desprestigiarse a cambio de nada.
John Stuart Mill: afirmo que el
placer era el bien supremo, pero siendo exigente en cuanto a las clases de
placeres, no lo era tanto con respecto a quienes debieran disfrutarlos; por
tanto, abogo por la mayor felicidad para el mayor numero.
Aristóteles: decidió que la
felicidad se alcanzaba mejor en una vida dedicada a la práctica de la virtud.
El cristianismo consideraba el amor a dios y al prójimo como la llave
de la vida buena.
Otros han cifrado en el poder, la fama, el servicio social, la vida
sencilla, la vida activa y hasta en el saber.
Si vemos a nuestro alrededor o leemos las confesiones y aspiraciones de
nuestros contemporáneos, tenemos que creer que la vida buena puede
desarrollarse en una granja, en una ciudad, en las vidas del grande y el humilde, el rico y el pobre, la
hermosa y la fea.
Hay una variedad casi infinita de estilos de vida en los que los
hombres dicen que hay satisfacción, así como hay una infinita variedad de vidas
que se juzgan miserables.
Cuando en una vida en la que siempre predomina el dolor físico, no será
juzgada como buena por quien la sufre, para que se le juzgue buena una vida no
debe ser predominantemente aterradora. Un leve peligro tiempla el ánimo, pero
los prolongados periodos de temor tarde o temprano nos acobardan a todos. Los más
inquietantes de esos peligros no necesariamente nos amenazan con el daño
corporal.
El riesgo de perder prestigio, seguridad o amor, aunque no tan violento
como los de la guerra, es más poderoso aun para destruir la confianza. En
verdad, ningún hombre crónicamente ansioso es feliz o se juzgaría como tal.
Pero el hombre feliz encuentra medios para esa sensación de seguridad en si
mismo.
El bienestar físico y el amor no son suficientes, la persona tiene que
sentir que vale algo y que lo merece; necesita una sensación de poder y
habilidad, necesita tener la convicción de que su presencia significa algo en
el mundo, necesita ser necesario; están en la constante búsqueda de la prueba
externa de su merito en forma de reconocimiento, títulos, mejores empleos con
escritorios mas grandes y premios en competencias de todas clases.
Para ser exactos algunos se satisfacen con muy pocos valores y otros
engañan al mundo y con frecuencia a si mismos, pero tales desviaciones son
relativamente raras. La mayoría de los hombres no son felices a menos que
puedan respetarse a si mismos, cualquiera que sea su concepto del respeto
propio. En consecuencia, difícilmente juzgaran buena una vida de la que estén
secretamente avergonzados.
Para ser juzgada buena o satisfactoria, la vida debe tener una tensión
hacia el futuro, a la que se puede designar con la sola palabra excitación o
gusto. El aburrimiento y la felicidad se excluyen mutuamente, pero para que la
vida sea interesante y absorbente, necesita jugarse algo en los acontecimientos
futuros.
Es el más objetivo de todos los criterios de la vida buena. Es difícil
citar alguna cosa en la que alguien no tenga un vivo interés. Pero cualquiera
que sea la capacidad del individuo para la excitación o el aburrimiento, no
juzgara buena una vida que con razón o sin ella, encuentre gris, desabrida y
monótona.
Dichas estimaciones las hace el individuo con respecto a su propia vida
y no hay modo de que podamos llegar al interior de su experiencia para
cerciorarnos de que lo que dice es lo que realmente encuentra. El ser humano si
se siente desgraciado, feliz o contento, nadie podrá hacerlo que se sienta de
otra manera; el es el arbitro final acerca de lo que en cualquier momento esta
presente en su experiencia consciente.
Siempre estamos juzgando la bondad o maldad, la felicidad o miseria de
las vidas ajenas y con mucha frecuencia nuestros juicios no concuerdan con las
estimaciones subjetivas de las vidas que juzgamos.
Somos igualmente incrédulos con respecto a lo dicho por la gente
mediocre, que juega con sus interminables afanes, su ininterrumpido contacto
con la vulgaridad constituyen una vida buena. En otras palabras, las
estimaciones objetivas y subjetivas no siempre coinciden.
Como se aplican criterios a la medición de la bondad de la vida, tal
como otros la viven; de manera general se ha llegado a convenir en que el
dolor, las penalidades y las privaciones físicas son, en el mejor de los casos
males necesarios. Muchas estimaciones subjetivas y objetivas concuerdan en
esto, pero cuando se trata de decidir que es doloroso y como debe aceptarse, la
verdad se hace muy difícil entenderlo.
Por lo tanto, la estimación objetiva mide el sufrimiento físico no solo
por su intensidad y duración, sino también por sus causas y efectos probables;
en consecuencia, las estimaciones objetivas individuales pueden variar tanto
como las subjetivas; sin embargo, cuando reunimos nuestros juicios, gran parte
de las discrepancias queda eliminada. De aquí que, en los juicios acerca de la
bondad de la vida, el observador objetivo, analiza la actitud del individuo
hacia esos males que la vida le
presente.
Como tratar el placer y el dolor en los estudios de ética, y las
virtudes son las disposiciones de ánimo que se desarrollan para tratarlos con
éxito.
El valor es la disposición correcta
hacia las penas causadas por los peligros; la templanza
es la disposición correcta hacia los placeres y dolores corporales; la libertad es la disposición correcta hacia los
placeres y dolores de dar y recibir bienes materiales; la
justicia es la disposición correcta para la distribución de placeres y
dolores entre nuestros semejantes. Conservar esas disposiciones correctas,
cualquiera que pueda ser el significado de correcto, es la esencia del buen
carácter.
Por lo tanto, siempre que juzgamos la vida de otros, no solamente vemos
los dolores y placeres que suponemos que tienen, sino también sus actitudes
hacia ellos, reveladas en sus palabras y acciones y lo hace con gran valor, son
juzgados como acreedores a la vida buena, ya que usar el conocimiento es en si
una de las importantes virtudes.
Al tener la sensación de valer y ser capaz de realizar constituye una
sensación agradable para todo ser humano, puesto que la sociedad demanda la
forma en que el individuo las satisface.
La vida de una persona no se considera muy buena si no puede sostenerse
a si mismo y a su familia, o si no puede prestar los servicios que le han sido
asignados por la comunidad, el país y los amigos y la sociedad gradúa la bondad
de la vida por la cantidad de servicios prestados. Por lo que el concepto de la
diferencia de capacidades interviene en el juicio; es preferible que un hombre
utilice sus posibilidades para la vida buena y que no deje de hacerlo.
La vida buena es una expresión muy amplia, la utilidad de la vida
buena, depende del acierto con que podamos identificar y estimar las potencialidades
de cada uno en relación a las facultades que se poseen, ya que la formula de la
vida buena prescribe el desarrollo de nuestras facultades humanas, de manera
que funcionen sin desperdicio de las mismas.
En este caso, el grupo se convierte en una sociedad buena, y el
individuo no solo satisface sus demandas sino que es verdaderamente feliz al
hacerlo; aplicando estas dimensiones: autodeterminación, autorrealización y
autointegración.
La cuestión es aquí difícil, pero clara; se trata de dilucidar si el
termino bueno se refiere a lo que gusta en un momento dado a las personas, o si
hay una estructura en la personalidad humana, es decir, en la naturaleza
humana, que defina lo que es bueno, ya sea que el individuo considere que lo es
o que no lo es, en cualquier momento de su vida.
Dicho de otra manera, la tarea a que se enfrenta cualquier punto de
vista que se apegue a un concepto objetivo de la vida buena, es demostrar que
la naturaleza humana tiene una estructura que en todas partes es la misma y que
esa estructura demanda para su propia conservación, la forma de acción
característica de la vida buena.
Todas Las personas tienen su propia ética ya que toda acción humana, de
consecuencia social, comprende normas de comportamiento, refiriéndose a lo que
es lícito y a lo que no lo es; considerando que la ética es el compromiso que
adquiere el hombre de respetar a sus semejantes, en el trato cotidiano que
implica respeto para con las demás personas con las que se relaciona; además
constituye una necesidad y una garantía para que exista un clima de confianza
en las relaciones humanas y laborales de las personas.
Pero la elección siempre implica alternativas entre lo mejor y lo peor,
lo correcto y lo indebido. Si el objetivo es la vida buena se deben tomar
decisiones acerca del valor, acerca de lo mejor y lo peor, lo correcto y lo
indebido. Esto nos conduce al problema de las pautas o normas.
La costumbre define lisa y llanamente lo correcto y lo indebido, lo
mejor y lo peor. Siempre lo hemos hecho de esta manera, es el primer argumento
de justificación de las personas de cualquier sociedad y esta no puede confiar
con seguridad a la costumbre, lo instituye como ley, la ley de cada región establece un código de normas,
prescripciones y valuaciones, que estipula lo que los ciudadanos deben y no deben hacer, y que con frecuencia
especifica lo que les ocurrirá si desobedecen.
Hay una clase de normas que es más obligatoria que la costumbre y menos
formal que la ley. Es una costumbre que ha sido afectada, o infectada, por la
noción del bienestar publico; es difícil decir cuantas de nuestras se derivan
de las modas, pero en general son las mas poderosas de nuestras pautas.
Las creencias y la relación con la Divinidad engendran casi
simultáneamente un conjunto de demandas de la divinidad al hombre que pueden
ser tan poderosas como las modas. Definen lo correcto y lo indebido, lo mejor y
lo peor, y con frecuencia describen las recompensas y castigos por su
obediencia o desobediencia.
Podemos llamar a todas esas normas demandas
culturales. Son relativamente fijas en cualquier momento dado, por mucho
que puedan cambiar en el curso del tiempo.
Cuanto más obviamente artificial sea una norma, más vulnerable será.
Las leyes se discuten con mayor facilidad que las modas y las leyes civiles más
que las religiosas. Cuando un conjunto de demandas culturales se yuxtapone a
otro distinto pero no menos poderoso, surge inevitablemente la cuestión de cual
de los dos esta mas arraigado en la naturaleza de las cosas, o de si alguno de
ellos lo esta.
En las sociedades modernas se han llenado suficientemente todas las
condiciones, por lo que pueden distinguirse dos reacciones típicas pero
contradictorias. Una es que todas las normas son consideradas como relativas a
la historia de un grupo cultural en particular. La otra es que hay un verdadero
código de normas y que el grupo las tiene. La primera reacción se encuentra en
muchas teorías acerca de los valores; la segunda se manifiesta en las acciones
de los hombres.
Algunas veces solo nos preocupamos seriamente cuando las diferencias
para preferir los valores amenazan convertirse en graves conflictos entre
grupos o individuos. Solo entonces comprendemos que deben valuarse las
preferencias, en términos de mejor o peor y que sea universalmente aceptado y
la única alternativa es la tolerancia universal o la guerra perpetua.
Como los hombres no pueden llegar a la primera ni sostener la segunda,
titubean entre las dos; toleran lo que no pueden remediar y destruyen lo que no
pueden soportar.
El que las costumbres y maneras hayan de ser relativas a diferentes
culturas, es de esperarse. En términos generales, se reconoce que las leyes de
Dios cuentan con el respaldo unánime, las siguen los amplios principios de
rectitud y justicia y en último lugar están los reglamentos específicos
instituidos por las legislaturas, por que su objeto es prohibir ciertos actos
que algunas personas han realizado en el pasado y que desearían realizar en el
futuro.
Por lo que se considera que los códigos éticos son racionalizaciones de
las modas formadas culturalmente; son los sistemas de valores de una cultura, o
se adaptan a los cambios en la cultura material, o crean un retraso cultural;
para Marx los valores y hasta los intelectuales, son fortificaciones que las
clases erigen para proteger su posición en la lucha económica.
Es importante el modo de
comprobar los juicios sobre los valores, un objeto adquiere valor cuando es
escogido para lograr un propósito, eliminar una dificultad o servir a un
interés.
Los valores son el resultado de preferencias humanas entre intereses
humanos que compiten por el gusto o la necesidad de las personas de aplicarlos
a su practica cotidiana, además podemos llegar a saber a través del
conocimiento como surgen las preferencias, que condiciones rigen las elecciones
que los hombres hacen y que tan bien resuelven estos para alcanzar sus metas;
por lo tanto la vida humana va mejorando a medida que los hombres saben mas y
mas.
Las declaraciones de valor tales como esto es bueno, esto es bello y
esto es correcto; indican más bien cual es nuestra actitud o sentimiento hacia
ese acto u objeto.
Pueden también sostener que las normas de valor son establecidas por la
cultura que prevalece en el lugar donde se habita, ya que las normas de valor
expresan lo que la mayoría de la gente aprueba o desaprueba, o lo que siente
acerca de ciertas clases de actos.
Las teorías emotivas no dicen que el conocimiento no pueda modificar
las alecciones o cambiar las actitudes, pero que el conocimiento pueda
justificar racionalmente cualquier norma fundamental, como la justicia, la
benevolencia o la veracidad, también se debe valuar mediante una descripción de
su estructura sus necesidades e intereses.
Las actitudes pueden cambiarse alterando las creencias de las personas
o por medio de la persuasión, pero siempre en la búsqueda del valor por medio
del conocimiento, lo que implica que el conocimiento pueda comprender la
naturaleza valiosa de las cosas.
Si en algún sentido hay bondad, rectitud y belleza en las cosas y
actos, cuanto mas sepamos de nuestro mundo mas sabremos acerca de sus
posibilidades de valor.
Se conoce que el valor de un acto esta en el objeto o en la relación
entre objetos, de manera tal que pueda ser reconocido y juzgado como teoría del
valor.
Una de las teorías sostiene que los atributos de valor, como lo bueno y
lo bello, son cualidades que se conocen inmediatamente, la bondad es una
cualidad de un acto u objeto y se le siente inmediatamente como tal.
Decir que bondad es la capacidad de satisfacer el deseo o interés, o de
producir ciertas consecuencias que nos lleven a lo bueno, si es que estamos
interesados por las cosas buenas y desde luego no podemos hablar de bondad,
rectitud y belleza, a menos que se haya experimentado sensaciones que
correspondan a esos términos.
Cada objeto y cada acto al que prestamos atención, se nos presenta con
cierta cualidad, bello, amenazador, bueno, correcto, repulsivo, etc.
En primer lugar, sitúa la fuente de los valores en la relación entre
las estructuras de las cosas y las estructuras de la naturaleza humana, en este
sentido, los valores son objetivos.
En segundo lugar, hace que la apreciación del valor no sea meramente
cuestión de cambiar las actitudes de la gente, sino más bien es cuestión de
acrecentar y cambiar las actitudes que no sean las que se demandan en la
sociedad y de esa forma comprender las estructuras que dan origen a
percepciones de valor en el mundo.
En tercer lugar se debe aprovechar la parte valiosa de las
potencialidades del valor, a una visión mas intima de la naturaleza de las
cosas; además si la autodeterminación, autorrealización y autointegración son
en verdad las formas de la vida buena, y si podemos decir lo que cada una de
ellas significa en particular para cada persona, podemos especificar cuales
valores prometen facilitar o estorbar las perspectivas de una vida buena para
todos.
Es conveniente distinguir las
diferentes percepciones de los valores, así como apreciamos el valor de
lo bueno, lo malo, lo feo, lo bonito, lo afectivo, también hay que comprender y
valorar otros valores como los económicos: un objeto tiene valor económico si
tiene un precio en dinero y toda persona busca mejorar su economía, a través
del trabajo o de diferentes negocios, ya que es de suma importancia el valor
económico, traducido a un buen presupuesto familiar.
De salud, corporales y
recreativos: se hace necesario tener una buena salud, no solo física, sino
también mental una diversión sana es parte de estos valores y todas las
complacencias que derivan de la satisfacción de necesidades físicas, como el
hambre, la sed, el descanso y la relación sexual respetuosa y oportuna, ya que
es parte de las necesidades biológicas de todo ser humano.
Los valores sociales: se dan a
través de la satisfacción que obtenemos
de la amistad, el amor, la familia y la asociación en grupos, y que deben
necesariamente incluirse entre los
valores sociales.
Los valores morales: se expresan con la satisfacción y descontento que
sobrevienen en diferentes momentos de la vida por las actitudes de otras personas en relación a la escala de
valores.
Valores estéticos: Se
manifiestan a través de la percepción de los objetos a los que pueden aplicarse
adecuadamente los calificativos de bello, feo y que nos lleva a la aplicación
de la estética.
Valores intelectuales: el valor intelectual se manifiesta a través de
lo que nos lleva a descubrir la verdad, ya que estimamos o encontramos
satisfacción en llegar a la verdad en cualquiera de sus formas.
Valores religiosos. Este valor se manifiesta en virtud de su relación
con la Divinidad y se le puede llamar santo o sagrado.
Cada valor tiene un aspecto subjetivo y otro objetivo. A veces el valor
significa la sensación de satisfacción del individuo y a veces se refiere a
alguna propiedad o cualidad de un objeto o acto; esto se debe a que el valor es
la relación entre una persona y un objeto.
FUNDAMENTOS DE LA ETICA EN LA TEORIA DE LOS
VALORES
En primer lugar, Lo ético no consiste en el deber formal, sino en lo
que se debe hacer, siendo ese que el valor.
En segundo lugar, los valores son comportamientos que no dependen de la
persona que los valora ni de la sociedad en la que se vive, son ellos mismos en
si.
En tercer lugar, los valores no se hacen presentes en el orden de la
razón, sino en el orden del corazón; esto es, vividos, captados
sentimentalmente, de un modo jerárquico.
En cuarto lugar, los valores por ser sentidos y no razonados no pueden
ser tan definidos, solo pueden ser descritos en relación con otros valores; así
se dice que el valor bueno es el que se percibe como superior en la jerarquía
de los valores, mientras que el malo es el inferior.
Así, en el sentido de la justificación como justicia, es el
ajustamiento a la norma ética y no solo a la realidad
Los actos del hombre en el segundo sentido de moral, pueden ser justos
o injustos, morales e inmorales y hasta
amorales. Pero cada acto humano y el hombre mismo no pueden menos que ser
justos, adecuados a la realidad.
El hombre se conduce, pues su vida no es psicobiologicamente
determinada. Ya que las estructuras psicobiologicas lo exigen como libre; el
hombre es necesariamente libre y además es constitutivamente moral; pero la
disposición al ajustamiento depende del tono vital o temple mayor o menor; así
se habla de moral alta o baja o de personas sin moral.
Por lo que el hombre tiene que ajustarse a la realidad de la sociedad
en la cual es participante activo y lo hace conforme a determinadas normas y
sistemas de preferencias que vienen dados por la realidad de la sociedad.
Además debe desarrollar competencias para poder interactuar en la
sociedad, tales como el desarrollo de sus capacidades para desempeñar una labor
y en ese caso se dice que el hombre es competente y suficiente para desempeñar
un trabajo y se pude decir que el hombre esta en competencia de tal o cual
cosa.
En tal caso la competencia debe significar un compromiso personal y una
colaboración dinámica y permanente de todo su ser, en toda su dimensión física y espiritual, con
una tendencia conjunta hacia el bien común. Para garantizar esa colaboración se
proponen tres dimensiones en los cuales debe concretizar la competencia:
competencia intelectual, competencia moral y competencia física.
En la competencia intelectual se define como la posesión de la ciencia
y la sabiduría adquirida a través del aprendizaje y la experiencia, que toda
persona debe poseer y que a su vez se considera una persona culta, pero cabe
mencionar que la posesión de la ciencia
y la sabiduría no es posible y que se debe actualizar constantemente, ya
que la dinámica misma del conocimiento es cambiante y hace que el hombre este
en constante superación de los nuevos conocimientos.
La competencia intelectual debe comprenderse en dos momentos: Como competencia
técnica y como competencia humanística, en la primera, se trata de un
conocimiento teórico y sistemático de las ciencias que se refieren a una
profesión, al mismo tiempo que la capacidad de aplicar esos conocimientos a los
problemas que se le presenten en su vida cotidiana; se trata con todo rigor de
armonizar la ciencia y la experiencia.
En el segundo caso, se insiste en la necesidad del hombre de mantenerse
con una dimensión humana abierta a los demás y al deber, con una dimensión
abierta a la experiencia estética y a la solidaridad con el mundo y con los
demás, con el fin de evitar que el profesional se convierta en una maquina
eficaz, pero no humana.
En cuanto a la competencia moral se refiere a la necesidad que el
profesional tiene de referirse a un bien, al bien específicamente; esa
necesidad se refleja en la vida según la virtud, en la vida virtuosa, la cual
se manifiesta en el sentimiento de rechazo a todo lo que aparezca como oscuro,
injusto o dudoso, a la vez que en la conciencia de la dignidad de las personas.
Se distinguen dos virtudes: la justicia y la caridad. La primera se
vuelve un imperativo para la persona en la medida que es depositario de un bien
social y que además trabaja y especialmente para aquellos que trabajan con
jefaturas y tienen muchas personas para
que le colaboren y además trabajan con cosas estrictamente
confidenciales o manejan grandes capitales.
La segunda se refiere a la necesidad de que todo trabajador se dedique
a un servicio desinteresado de todos los demás miembros de la sociedad, aunque,
en un sentido de justicia, no este obligado a ello.
En la competencia física, muchas veces, algunas personas fracasan, por
que son físicamente incapaces y no tienen la aptitud necesaria para trabajar su
cuerpo o llegar a tenerlo como el de un fisiculturista en el caso del hombre y
en el de la mujer no llegan a tener las formas deseadas con las medidas que
exigen los parámetros de belleza.
Por lo general el principio de la competencia física es la higiene
mental y física. La higiene mental se refiere al conjunto de disposiciones
necesarias para aceptarse tal como son con sus defectos y virtudes, en cambio
la higiene física se refiere al mantenimiento de la capacidad física para
desempeñarse a cabalidad.
Cada una de las personas en su trabajo y de acuerdo a la ética tiene
sus propios deberes y responsabilidades que le son propios, debido a la
peculiaridad de cada uno en particular, además de sus deberes generales. Y
desde luego poner en practica sus juicios de valor, la virtud, la bondad, la
libertad con su libre albedrio, etc.
Recordemos que el libre albedrio significa la libertad de escoger, la
libertad de llevar a cabo nuestras decisiones deliberadas.
LA AUTODETERMINACION
Para que una vida se juzgue buena debe llevar la marca de la
autodeterminación y se equipara el bien con la libertad, una vez que se
atribuye el valor, ya no se puede desear una cosa que es la libertad como base
de todos sus valores, esto hace resaltar la posición estratégica de la
libertad, pero no lleva consigo la garantía de sus propias consecuencias; la
libertad debe ser para hacernos felices, en la vida buena debe tomarse en
cuenta que es lo que se escoge y como lo vamos a escoger.
Por tanto la vida es buena hasta donde se desarrolla y ejerce la
facultad de apreciar los valores. La escala y diversidad de valores posibles
para un individuo, se limitan a sus propias capacidades innatas; a la riqueza
de la cultura en que vive; la educación que aprovecha sus capacidades.
Además, hay que considerar la herencia del medio, especialmente
mientras no podamos medir la capacidad independiente de los factores del medio
ambiente, que solo revelan su presencia. Sin embargo, el niño recién nacido
muestra características estructurales que son genéricas. Las grandes
diferencias de realización, en medio de
las pequeñas diferencias del ambiente, demuestran la predominancia de las
capacidades innatas.
La autorrealización toma de la cultura su contenido particular, no hay
otra fuente de donde pudiera venirle; la efectividad con que puede aprovecharse
las facultades innatas de un ser, dependen del valor potencial de su cultura;
personas excepcionales, especialmente si no les molestan las incomodidades
sociales, pueden elevarse por encima de las limitaciones de su cultura, pero
hasta el pensador mas constructivo solo puede reacomodar los objetos e ideas ya
presentes en ella.
Las condiciones particulares de la vida pueden limitar la forma y el
grado de autorrealización; la falta de tiempo para educarse, de dinero, de
oportunidades, muchas veces obstaculizan la autorrealización.
Finalmente, el abismo entre las potencialidades y las realizaciones del
individuo, puede permanecer abierto por que los medios educativos de una
cultura son inadecuados para cerrarlo. Pueden fracasar, ya sea por no valuar
acertadamente las facultades del niño o por no tener las técnicas o la
determinación de aprovechamiento.
Cuando se habla de la autorrealización, se considera la necesidad de la
misma y los obstáculos que se le oponen. Sin duda en el termino autorrealización
los elementos importantes son el ser y la realización .El ser, como ya se ha
indicado, es una tensión peculiar entre lo que somos en un momento dado y las
posibilidades que concebimos de lo que podemos ser en momentos subsecuentes. El
ser es un esfuerzo para convertirse en
cierta clase de persona, pero es un esfuerzo hecho por un ser que es su propio
pasado.
LIBERTAD REFLEXIVA
Resultaría así, que realizar el propio ser es realizar algunas de esas
posibilidades, especialmente aquellas que han sido determinadas en nuestra
libertad reflexiva que consiste en enseñar las diversas formas en que el
conocimiento puede guiar a la práctica, la libertad reflexiva se atiene mucho
también a ciertas disposiciones y hábitos de pensamiento, tales como la
disposición de indagar, las causas, la de examinar las proposiciones a la luz de
las pruebas que de ella se presentan, la de tener la mente abierta; estas
disposiciones y hábitos cuando se reúnen, forman la mente liberal o liberada.
Por lo tanto la autorrealización significa: medir la capacidad para la
realización de valores y ver y ver que el niño aproveche totalmente esas
capacidades y recurre a la ciencia para ayudarse en cuanto a su aplicación.
AUTOINTEGRACION
El ser construye posibilidades de valor y se esfuerza por realizar esas
posibilidades de la dinámica de la personalidad humana. Es el factor de
integración, sin el, la autodeterminación y la autorrealización se dispersarían
en todas direcciones, esto ocurre en algunas personas.
Llamamos autointegración a la organización de nuestras energías para la
autorrealización, sin embargo algunos valores se excluyen mutuamente; los
valores que provienen de la vida social son incompatibles con los de la
soledad, no todos los valores se mezclan amistosamente, nos obligan a escoger
entre ellos; por lo tanto, cada elección significa emplear el ser entero, por
un espacio de tiempo, para bien o para mal.
Esto nos da un indicio del significado de autointegración; un ser no
puede ser integrado porque ya es un principio de unificación, es lo que une
diversas experiencias dándole la calidad distintiva de ser mías.
Cuando hablamos de integración significamos la unificación de muchos
seres dentro de una personalidad, o la unificación de acciones o valores de
manera que armonice en vez de chocar.
PRINCIPIOS DE INTEGRACION
Ambas formas de integración se basan en un mismo principio, el de la
unidad orgánica; nuestros cuerpos son los mejores ejemplos de esa unidad, de
manera que las energías se dirigen y concentran conforme se necesita; cada
órgano depende de otro u otros pero todos trabajan para un fin común.
La experiencia también parece necesitar y tener una unidad análoga; las
leyes de asociación son también descripciones de la forma en que las
experiencias tienden a congregarse en unidades y estas, a su vez en otras
mayores; parece haber en la naturaleza una aversión a la soledad, elementos de
toda clase tienden a congregarse en sociedades mas o menos complejas y en
asociaciones de sociedades. Ocasionalmente, un nuevo fragmento de experiencia
anida en un grupo y lo transforma.
Pero hay que señalar que hasta lo que pasa por una vida normal, tiene
esas agrupaciones, cada uno de nuestros intereses, como el deporte, la familia,
la iglesia es una agrupación. Cada papel que desempeñamos en la vida social, el
de padre, esposo, ciudadano, miembro de un club, de una iglesia, tiene su
propio conjunto de experiencia, que entra en juego cada vez que desempeñamos
ese papel.
Hay muchas maneras de integrar esos seres, algunas más efectivas que
otras; de lo que podemos estar seguros es de que la personalidad tratara de integrarse
de algún modo. Hasta en las mas extrañas anormalidades hay clases peculiares de
integración. Por lo tanto, cuando consideramos la autointegración como un
problema, el problemático es el tipo de integración.
TIPOS DE INTEGRACION
El orden social en que vivimos siempre nos da una pauta de integración.
Nos hace saber lo que se espera de nosotros, y hacer aquello que se espera que
hagamos es una forma de mantener la paz con nosotros mismos y con los demás.
Es cuando mas un esbozo de norma, y cuando un orden social se divide en
varios grupos, cada cual con sus propias expectativas, ya no puede servir como
pauta de integración para el individuo; muchos consideran que este factor, si
no es el mas importante, es uno de los que mas influye en la intranquilidad de
esta época.
Aun así nuestro orden social lo que quiere es indiscutiblemente bueno;
otra clase de integración proviene de adoptar un propósito de gran magnitud,
que organice mas o menos todo lo que hacemos, como medio para lograrlo, esta
situación pondrá orden en nuestras elecciones y nos dará un poderoso incentivo
para vencer los obstáculos y molestias de la vida ordinaria.
Sin embargo, los grandes propósitos no son innatos ni comunes. Aun
cuando cautivan nuestro entusiasmo e imaginación, quedan aun las cuestiones de
si son dignas de nuestra devoción; si nuestras capacidades son
adecuadas a esa devoción. Podemos estar lamentablemente equivocados en
ambas cosas; la prevención y rectificación de tales errores depende, por
supuesto del conocimiento y de la educación.
La autointegración requiere, ante
todo, una exacta valuación de nuestras
capacidades y esfuerzos. Demanda del conocimiento de los diversos pasos que
debemos ejecutar en nuestros grupos sociales. En seguida, demanda de nosotros
el conocimiento de los éxitos y fracasos de la humanidad, en su larga lucha por
la integración. Finalmente necesitamos conocer los usos del mundo material en
que nuestras vidas se desarrollan, por que ese mundo puede frustrar los planes
mejor trazados para la autointegración.
Por lo tanto, ese conocimiento tendrá que encontrar un lugar seguro en
la educación general, y los hábitos de adquirir, usar y disfrutar dicho
conocimiento, serán el resultado inmediato de la educación formal.
El conocimiento, así como el medio para realizarse a si mismo, es
también el gran integrador. El conocimiento del ser, el conocimiento de la
sociedad y de la naturaleza, es donde se practican las aptitudes y
perfeccionamos los hábitos necesarios para la autodeterminación,
autorrealización, y autointegración.
Estas son las dimensiones de la vida y se usan repetidamente para
probar nuestras nociones de todo lo que queremos conocer e incorporarlo a
nuestra practica cotidiana.
Las descripciones de la vida buena en sus tres principales dimensiones,
son necesariamente abstractas; ya que el ser humano concretamente debe ser
autodeterminado, autorrealizado y autointegrado, lo que nos lleva a describir
la personalidad dentro de una estructura de la vida buena, como para poner a
prueba nuestro conocimiento de lo que cada dimensión debe significar.
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