viernes, 10 de agosto de 2012


ORIGEN DE LA ETICA
En la época Homérica: La ética nació como disciplina filosófica, con la reflexión de los sofistas, en Grecia. Para Comprender las condiciones de su origen, debemos remontarnos al estudio de los juicios de valor de tiempos anteriores; por ejemplo para Homero el principal juicio de valor consistía en calificar a los hombres que reunían los requisitos de habilidad, valentía, astucia, etc. Sin dar mayor importancia  a lo que hoy entendemos por moralidad.
Con el tiempo, el término fue perdiendo su significado original. Se transfirió el contenido original de la palabra a la estirpe de aquel de aquel a quien se califica, por eso ahora se daba   únicamente a aquel que tenía sangre de noble.
En la época clásica: Se reunían las cualidades de sus antepasados, se hizo necesario, culturalmente, revisar los calificativos, empezando a popularizarse el uso de la palabra arete, que quiere decir virtud, para referirse a las cualidades que debía tener un buen hombre, pero que muchas veces no tenia.
En la práctica, la virtud se resumía a la cualidad de la justicia, tratando de determinar en que consistía la justicia; pero este era un problema serio, pues en los distintos estados griegos se veían justicias diferentes. La pregunta por la justicia se convierte en un cuestionamiento por la posibilidad de que exista una justicia universal e incambiable, que sea fundamento de la virtud.
Alrededor de estas preguntas por la justicia, la virtud y la bondad, se estructura la Ética, que a partir de un estudio etimológico, puede definirse como  “ciencia de la recta configuración del carácter del hombre” o como “ciencia de las costumbres”, según la interpretación que se haga de los originales griegos.
ETICA DESDE LA EXPERIENCIA HUMANA
La ética, o mejor, la moral, a nivel de experiencia, consiste en saber emitir juicios acerca de la bondad o maldad de los demás, de sus actos o del mismo sujeto que juzga, por lo que se debe tener criterios para hacer esos juicios, por ejemplo sobre las acciones, sobre las personas, y sobre la vida entera.
JUICIO SOBRE LAS ACCIONES: A nivel de acciones, se ha planteado una serie de discusiones sobre el derecho que los hombres tienen de juzgar las acciones de los demás. Los que se oponen a este derecho, argumentan con el principio que sostiene que cada hombre que juzga es el primero en caer en la falta que condena.
Si se siguiere tal principio, se caería en una postura ética que permitiría al individuo realizar todo cuanto su conciencia tolere. Creemos que toda acción debe tener un criterio objetivo que permita el juicio sobre la misma y sobre el hombre que la ejecuta.
Para buscar ese criterio objetivo hay que analizar los elementos que se hallan en toda acción: una persona que la ejecuta, la circunstancia en que se ejecuta, el fin perseguido, la intención de perseguir el fin y el efecto producido.
Toda acción es ejecutada por una persona humana. Esta tiene una disposición biológica heredada y otra cultural adquirida para actuar de un modo determinado.
A la disposición biológica se conoce con el nombre de temperamento, y a la cultural todo lo que se ha aprendido a través de la educación y es lo que le da el carácter. Se debe reconocer que en todas las acciones hay predisposición, pero las personas, por su libertad, pueden elegir cada uno de sus actos. Y el hombre debe responsabilizarse de los actos que elija.
La persona no puede ser, el criterio de moralidad que buscamos. Otros argumentan que podría juzgarse un acto por las circunstancias a que obedece. En este caso se contestara que hombres distintos responden de un modo diferente en las mismas circunstancias, pues no pueden ser tampoco el criterio de moralidad.
Se ha dicho también, que un acto que será bueno si se encamina a un fin noble y loable que se situé en la esfera de los valores absolutos.
Pero eso solo podríamos juzgarlo si conociéramos la intención de quien ejecuta el acto.
Si existe el fin bueno, el hombre puede encaminarse a el por sus actos, es decir, puede tener la intención de conseguir el fin. Pero esos actos, aunque persigan el fin bueno, pueden no lograrlo. En ese caso se dice que si  bien la intención es buena, el acto no lo es. No basta solamente la intención para determinar la bondad o maldad de un acto.
Solo se debe considerar el efecto conseguido con el acto. Es por medio de los resultados que podemos juzgar objetivamente lo ético de un acto, lo que nos lleva a este pensamiento un tanto popular: Obras son amores, y no buenas razones. Si los resultados se encaminan a un fin bueno, aunque se persiga ese fin, la acción es considerada buena.
El juicio sobre las personas: Se puede decir que no son los actos particulares o las intenciones los que determinan si se es bueno o no. Tampoco lo podría determinar la responsabilidad, pues una persona puede responsabilizarse de las consecuencias de un acto malo y nocivo y no por ello ser bueno.
El hombre bueno se determina por el carácter moral que se va conformando en sus actos, por sus hábitos, por sus costumbres. Por algo se dice que la Ética es también Ciencia de las Costumbres.
El Juicio Sobre la Vida: La vida solo se puede juzgar como buena o mala una vez que se da por terminada, cuando se valoran los resultados alcanzados, cuando se comparan los efectos logrados con los fines pretendidos o cuando se valora absolutamente la vida según su orden transcendental.
El juicio sobre la vida total lo puede hacer un hombre cuando esta por terminar su vida física o cuando ha terminado una etapa significativa de su vida; pero también puede hacerlo quien observe desde fuera la vida terminada de otro, después de su muerte, o ante un acontecimiento crucial en esa vida.
Entendiendo que la vida buena es la meta de toda elección, ya que nadie escoge a sabiendas el mal. Es negativa en el sentido de que seria difícil para las personas convenir en cuales exactamente habrían de ser los detalles de la vida buena.
Quienes están satisfechos con las metas alcanzables a corto plazo, tienen una firme fe en que la inteligencia conveniente aplicada a los problemas cualesquiera que sean, constituirá a la larga una vida buena, esto es, una vida de acción inteligente. Resolver los problemas cotidianos inteligentemente de manera que nos acerque a la vida buena.
La vida buena tiene dos cuestiones correlativas importantes: el buen individuo y la buena sociedad. Se trata de resolver la cuestión de la primacía entre el buen individuo y la buena sociedad, por que el hombre no puede ser definido sin referencia a la sociedad. La vida buena se revela en ambos. Surge cuando el individuo se comporta de cierta manera para con los demás y cuando el grupo esta de tal modo estructurado, que lo ayude a vivir bien.
Hay,  sin embargo, un sentido en el que el individuo es más directamente interesante en la vida de una sociedad.
Para la Filosofía de la Educación la vida buena se esboza así: Es transcribir la vida buena, el buen individuo y la buena sociedad, en aprendizajes que posiblemente contribuirán a producirlos. Esto significa el establecimiento de una jerarquía o graduación de medios y fines, para que idealmente cada actividad educativa, por mínima que sea, encuentre su justificación en cada objetivo de vida.
El filósofo tiene un puesto específico en el viaje hacia la vida buena; es responsable de enmarcar la visión misma dentro del trabajo filosófico del pasado y del presente, en un lenguaje y de un modo tal, que todos puedan comprenderlo, de tal manera que todos los ciudadanos puedan llegar a una comprensión practica de la misma.
Aristipo: que el secreto de la vida buena estaba en el placer, el placer más intenso y desordenado de que pudiera disponerse.
Epicuro: convino en que el placer era ciertamente el mayor bien, pero tuvo tanta cautela para evitar el dolor, que llego a desprestigiarse a cambio de nada.
John Stuart Mill: afirmo que el placer era el bien supremo, pero siendo exigente en cuanto a las clases de placeres, no lo era tanto con respecto a quienes debieran disfrutarlos; por tanto, abogo por la mayor felicidad para el mayor numero.
Aristóteles: decidió que la felicidad se alcanzaba mejor en una vida dedicada a la práctica de la virtud.
El cristianismo consideraba el amor a dios y al prójimo como la llave de la vida buena.
Otros han cifrado en el poder, la fama, el servicio social, la vida sencilla, la vida activa y hasta en el saber.
Si vemos a nuestro alrededor o leemos las confesiones y aspiraciones de nuestros contemporáneos, tenemos que creer que la vida buena puede desarrollarse en una granja, en una ciudad, en las vidas del  grande y el humilde, el rico y el pobre, la hermosa y la fea.
Hay una variedad casi infinita de estilos de vida en los que los hombres dicen que hay satisfacción, así como hay una infinita variedad de vidas que se juzgan miserables.
Cuando en una vida en la que siempre predomina el dolor físico, no será juzgada como buena por quien la sufre, para que se le juzgue buena una vida no debe ser predominantemente aterradora. Un leve peligro tiempla el ánimo, pero los prolongados periodos de temor tarde o temprano nos acobardan a todos. Los más inquietantes de esos peligros no necesariamente nos amenazan con el daño corporal.
El riesgo de perder prestigio, seguridad o amor, aunque no tan violento como los de la guerra, es más poderoso aun para destruir la confianza. En verdad, ningún hombre crónicamente ansioso es feliz o se juzgaría como tal. Pero el hombre feliz encuentra medios para esa sensación de seguridad en si mismo.
El bienestar físico y el amor no son suficientes, la persona tiene que sentir que vale algo y que lo merece; necesita una sensación de poder y habilidad, necesita tener la convicción de que su presencia significa algo en el mundo, necesita ser necesario; están en la constante búsqueda de la prueba externa de su merito en forma de reconocimiento, títulos, mejores empleos con escritorios mas grandes y premios en competencias de todas clases.
Para ser exactos algunos se satisfacen con muy pocos valores y otros engañan al mundo y con frecuencia a si mismos, pero tales desviaciones son relativamente raras. La mayoría de los hombres no son felices a menos que puedan respetarse a si mismos, cualquiera que sea su concepto del respeto propio. En consecuencia, difícilmente juzgaran buena una vida de la que estén secretamente avergonzados.
Para ser juzgada buena o satisfactoria, la vida debe tener una tensión hacia el futuro, a la que se puede designar con la sola palabra excitación o gusto. El aburrimiento y la felicidad se excluyen mutuamente, pero para que la vida sea interesante y absorbente, necesita jugarse algo en los acontecimientos futuros.
Es el más objetivo de todos los criterios de la vida buena. Es difícil citar alguna cosa en la que alguien no tenga un vivo interés. Pero cualquiera que sea la capacidad del individuo para la excitación o el aburrimiento, no juzgara buena una vida que con razón o sin ella, encuentre gris, desabrida y monótona.
Dichas estimaciones las hace el individuo con respecto a su propia vida y no hay modo de que podamos llegar al interior de su experiencia para cerciorarnos de que lo que dice es lo que realmente encuentra. El ser humano si se siente desgraciado, feliz o contento, nadie podrá hacerlo que se sienta de otra manera; el es el arbitro final acerca de lo que en cualquier momento esta presente en su experiencia consciente.
Siempre estamos juzgando la bondad o maldad, la felicidad o miseria de las vidas ajenas y con mucha frecuencia nuestros juicios no concuerdan con las estimaciones subjetivas de las vidas que juzgamos.
Somos igualmente incrédulos con respecto a lo dicho por la gente mediocre, que juega con sus interminables afanes, su ininterrumpido contacto con la vulgaridad constituyen una vida buena. En otras palabras, las estimaciones objetivas y subjetivas no siempre coinciden.
Como se aplican criterios a la medición de la bondad de la vida, tal como otros la viven; de manera general se ha llegado a convenir en que el dolor, las penalidades y las privaciones físicas son, en el mejor de los casos males necesarios. Muchas estimaciones subjetivas y objetivas concuerdan en esto, pero cuando se trata de decidir que es doloroso y como debe aceptarse, la verdad se hace muy difícil entenderlo.
Por lo tanto, la estimación objetiva mide el sufrimiento físico no solo por su intensidad y duración, sino también por sus causas y efectos probables; en consecuencia, las estimaciones objetivas individuales pueden variar tanto como las subjetivas; sin embargo, cuando reunimos nuestros juicios, gran parte de las discrepancias queda eliminada. De aquí que, en los juicios acerca de la bondad de la vida, el observador objetivo, analiza la actitud del individuo hacia esos males que  la vida le presente.
Como tratar el placer y el dolor en los estudios de ética, y las virtudes son las disposiciones de ánimo que se desarrollan para tratarlos con éxito.
El valor es la disposición correcta hacia las penas causadas por los peligros; la templanza es la disposición correcta hacia los placeres y dolores corporales; la libertad es la disposición correcta hacia los placeres y dolores de dar y recibir bienes materiales; la justicia es la disposición correcta para la distribución de placeres y dolores entre nuestros semejantes. Conservar esas disposiciones correctas, cualquiera que pueda ser el significado de correcto, es la esencia del buen carácter.
Por lo tanto, siempre que juzgamos la vida de otros, no solamente vemos los dolores y placeres que suponemos que tienen, sino también sus actitudes hacia ellos, reveladas en sus palabras y acciones y lo hace con gran valor, son juzgados como acreedores a la vida buena, ya que usar el conocimiento es en si una de las importantes virtudes.
Al tener la sensación de valer y ser capaz de realizar constituye una sensación agradable para todo ser humano, puesto que la sociedad demanda la forma en que el individuo las satisface.
La vida de una persona no se considera muy buena si no puede sostenerse a si mismo y a su familia, o si no puede prestar los servicios que le han sido asignados por la comunidad, el país y los amigos y la sociedad gradúa la bondad de la vida por la cantidad de servicios prestados. Por lo que el concepto de la diferencia de capacidades interviene en el juicio; es preferible que un hombre utilice sus posibilidades para la vida buena y que no deje de hacerlo.
La vida buena es una expresión muy amplia, la utilidad de la vida buena, depende del acierto con que podamos identificar y estimar las potencialidades de cada uno en relación a las facultades que se poseen, ya que la formula de la vida buena prescribe el desarrollo de nuestras facultades humanas, de manera que funcionen sin desperdicio de las mismas.
En este caso, el grupo se convierte en una sociedad buena, y el individuo no solo satisface sus demandas sino que es verdaderamente feliz al hacerlo; aplicando estas dimensiones: autodeterminación, autorrealización y autointegración.
La cuestión es aquí difícil, pero clara; se trata de dilucidar si el termino bueno se refiere a lo que gusta en un momento dado a las personas, o si hay una estructura en la personalidad humana, es decir, en la naturaleza humana, que defina lo que es bueno, ya sea que el individuo considere que lo es o que no lo es, en cualquier momento de su vida.
Dicho de otra manera, la tarea a que se enfrenta cualquier punto de vista que se apegue a un concepto objetivo de la vida buena, es demostrar que la naturaleza humana tiene una estructura que en todas partes es la misma y que esa estructura demanda para su propia conservación, la forma de acción característica de la vida buena.
Todas Las personas tienen su propia ética ya que toda acción humana, de consecuencia social, comprende normas de comportamiento, refiriéndose a lo que es lícito y a lo que no lo es; considerando que la ética es el compromiso que adquiere el hombre de respetar a sus semejantes, en el trato cotidiano que implica respeto para con las demás personas con las que se relaciona; además constituye una necesidad y una garantía para que exista un clima de confianza en las relaciones humanas y laborales de las personas.
Pero la elección siempre implica alternativas entre lo mejor y lo peor, lo correcto y lo indebido. Si el objetivo es la vida buena se deben tomar decisiones acerca del valor, acerca de lo mejor y lo peor, lo correcto y lo indebido. Esto nos conduce al problema de las pautas o normas.
La costumbre define lisa y llanamente lo correcto y lo indebido, lo mejor y lo peor. Siempre lo hemos hecho de esta manera, es el primer argumento de justificación de las personas de cualquier sociedad y esta no puede confiar con seguridad a la costumbre, lo instituye como ley, la ley  de cada región establece un código de normas, prescripciones y valuaciones, que estipula lo que los ciudadanos  deben y no deben hacer, y que con frecuencia especifica lo que les ocurrirá si desobedecen.
Hay una clase de normas que es más obligatoria que la costumbre y menos formal que la ley. Es una costumbre que ha sido afectada, o infectada, por la noción del bienestar publico; es difícil decir cuantas de nuestras se derivan de las modas, pero en general son las mas poderosas de nuestras pautas.
Las creencias y la relación con la Divinidad engendran casi simultáneamente un conjunto de demandas de la divinidad al hombre que pueden ser tan poderosas como las modas. Definen lo correcto y lo indebido, lo mejor y lo peor, y con frecuencia describen las recompensas y castigos por su obediencia o desobediencia.
Podemos llamar a todas esas normas demandas culturales. Son relativamente fijas en cualquier momento dado, por mucho que puedan cambiar en el curso del tiempo.
Cuanto más obviamente artificial sea una norma, más vulnerable será. Las leyes se discuten con mayor facilidad que las modas y las leyes civiles más que las religiosas. Cuando un conjunto de demandas culturales se yuxtapone a otro distinto pero no menos poderoso, surge inevitablemente la cuestión de cual de los dos esta mas arraigado en la naturaleza de las cosas, o de si alguno de ellos lo esta.
En las sociedades modernas se han llenado suficientemente todas las condiciones, por lo que pueden distinguirse dos reacciones típicas pero contradictorias. Una es que todas las normas son consideradas como relativas a la historia de un grupo cultural en particular. La otra es que hay un verdadero código de normas y que el grupo las tiene. La primera reacción se encuentra en muchas teorías acerca de los valores; la segunda se manifiesta en las acciones de los hombres.
Algunas veces solo nos preocupamos seriamente cuando las diferencias para preferir los valores amenazan convertirse en graves conflictos entre grupos o individuos. Solo entonces comprendemos que deben valuarse las preferencias, en términos de mejor o peor y que sea universalmente aceptado y la única alternativa es la tolerancia universal o la guerra perpetua.
Como los hombres no pueden llegar a la primera ni sostener la segunda, titubean entre las dos; toleran lo que no pueden remediar y destruyen lo que no pueden soportar.
El que las costumbres y maneras hayan de ser relativas a diferentes culturas, es de esperarse. En términos generales, se reconoce que las leyes de Dios cuentan con el respaldo unánime, las siguen los amplios principios de rectitud y justicia y en último lugar están los reglamentos específicos instituidos por las legislaturas, por que su objeto es prohibir ciertos actos que algunas personas han realizado en el pasado y que desearían realizar en el futuro.
Por lo que se considera que los códigos éticos son racionalizaciones de las modas formadas culturalmente; son los sistemas de valores de una cultura, o se adaptan a los cambios en la cultura material, o crean un retraso cultural; para Marx los valores y hasta los intelectuales, son fortificaciones que las clases erigen para proteger su posición en la lucha económica.
 Es importante el modo de comprobar los juicios sobre los valores, un objeto adquiere valor cuando es escogido para lograr un propósito, eliminar una dificultad o servir a un interés.
Los valores son el resultado de preferencias humanas entre intereses humanos que compiten por el gusto o la necesidad de las personas de aplicarlos a su practica cotidiana, además podemos llegar a saber a través del conocimiento como surgen las preferencias, que condiciones rigen las elecciones que los hombres hacen y que tan bien resuelven estos para alcanzar sus metas; por lo tanto la vida humana va mejorando a medida que los hombres saben mas y mas.
Las declaraciones de valor tales como esto es bueno, esto es bello y esto es correcto; indican más bien cual es nuestra actitud o sentimiento hacia ese acto u objeto.
Pueden también sostener que las normas de valor son establecidas por la cultura que prevalece en el lugar donde se habita, ya que las normas de valor expresan lo que la mayoría de la gente aprueba o desaprueba, o lo que siente acerca de ciertas clases de actos.
Las teorías emotivas no dicen que el conocimiento no pueda modificar las alecciones o cambiar las actitudes, pero que el conocimiento pueda justificar racionalmente cualquier norma fundamental, como la justicia, la benevolencia o la veracidad, también se debe valuar mediante una descripción de su estructura sus necesidades e intereses.
Las actitudes pueden cambiarse alterando las creencias de las personas o por medio de la persuasión, pero siempre en la búsqueda del valor por medio del conocimiento, lo que implica que el conocimiento pueda comprender la naturaleza valiosa de las cosas.
Si en algún sentido hay bondad, rectitud y belleza en las cosas y actos, cuanto mas sepamos de nuestro mundo mas sabremos acerca de sus posibilidades de valor.
Se conoce que el valor de un acto esta en el objeto o en la relación entre objetos, de manera tal que pueda ser reconocido y juzgado como teoría del valor.
Una de las teorías sostiene que los atributos de valor, como lo bueno y lo bello, son cualidades que se conocen inmediatamente, la bondad es una cualidad de un acto u objeto y se le siente inmediatamente como tal.
Decir que bondad es la capacidad de satisfacer el deseo o interés, o de producir ciertas consecuencias que nos lleven a lo bueno, si es que estamos interesados por las cosas buenas y desde luego no podemos hablar de bondad, rectitud y belleza, a menos que se haya experimentado sensaciones que correspondan a esos términos.
Cada objeto y cada acto al que prestamos atención, se nos presenta con cierta cualidad, bello, amenazador, bueno, correcto, repulsivo, etc.
En primer lugar, sitúa la fuente de los valores en la relación entre las estructuras de las cosas y las estructuras de la naturaleza humana, en este sentido, los valores son objetivos.
En segundo lugar, hace que la apreciación del valor no sea meramente cuestión de cambiar las actitudes de la gente, sino más bien es cuestión de acrecentar y cambiar las actitudes que no sean las que se demandan en la sociedad y de esa forma comprender las estructuras que dan origen a percepciones de valor en el mundo.
En tercer lugar se debe aprovechar la parte valiosa de las potencialidades del valor, a una visión mas intima de la naturaleza de las cosas; además si la autodeterminación, autorrealización y autointegración son en verdad las formas de la vida buena, y si podemos decir lo que cada una de ellas significa en particular para cada persona, podemos especificar cuales valores prometen facilitar o estorbar las perspectivas de una vida buena para todos.
Es conveniente distinguir las  diferentes percepciones de los valores, así como apreciamos el valor de lo bueno, lo malo, lo feo, lo bonito, lo afectivo, también hay que comprender y valorar otros valores como los económicos: un objeto tiene valor económico si tiene un precio en dinero y toda persona busca mejorar su economía, a través del trabajo o de diferentes negocios, ya que es de suma importancia el valor económico, traducido a un buen presupuesto familiar.
 De salud, corporales y recreativos: se hace necesario tener una buena salud, no solo física, sino también mental una diversión sana es parte de estos valores y todas las complacencias que derivan de la satisfacción de necesidades físicas, como el hambre, la sed, el descanso y la relación sexual respetuosa y oportuna, ya que es parte de las necesidades biológicas de todo ser humano.
 Los valores sociales: se dan a través de la satisfacción  que obtenemos de la amistad, el amor, la familia y la asociación en grupos, y que deben necesariamente incluirse  entre los valores sociales.
Los valores morales: se expresan con la satisfacción y descontento que sobrevienen en diferentes momentos de la vida por las actitudes  de otras personas en relación a la escala de valores.
 Valores estéticos: Se manifiestan a través de la percepción de los objetos a los que pueden aplicarse adecuadamente los calificativos de bello, feo y que nos lleva a la aplicación de la estética.
Valores intelectuales: el valor intelectual se manifiesta a través de lo que nos lleva a descubrir la verdad, ya que estimamos o encontramos satisfacción en llegar a la verdad en cualquiera de sus formas.
Valores religiosos. Este valor se manifiesta en virtud de su relación con la Divinidad y se le puede llamar santo o sagrado.
Cada valor tiene un aspecto subjetivo y otro objetivo. A veces el valor significa la sensación de satisfacción del individuo y a veces se refiere a alguna propiedad o cualidad de un objeto o acto; esto se debe a que el valor es la relación entre una persona y un objeto.
FUNDAMENTOS DE LA ETICA EN LA TEORIA DE LOS VALORES
En primer lugar, Lo ético no consiste en el deber formal, sino en lo que se debe hacer, siendo ese que el valor.
En segundo lugar, los valores son comportamientos que no dependen de la persona que los valora ni de la sociedad en la que se vive, son ellos mismos en si.
En tercer lugar, los valores no se hacen presentes en el orden de la razón, sino en el orden del corazón; esto es, vividos, captados sentimentalmente, de un modo jerárquico.
En cuarto lugar, los valores por ser sentidos y no razonados no pueden ser tan definidos, solo pueden ser descritos en relación con otros valores; así se dice que el valor bueno es el que se percibe como superior en la jerarquía de los valores, mientras que el malo es el inferior.
Así, en el sentido de la justificación como justicia, es el ajustamiento a la norma ética y no solo a la realidad
Los actos del hombre en el segundo sentido de moral, pueden ser justos o injustos, morales  e inmorales y hasta amorales. Pero cada acto humano y el hombre mismo no pueden menos que ser justos, adecuados a la realidad.
El hombre se conduce, pues su vida no es psicobiologicamente determinada. Ya que las estructuras psicobiologicas lo exigen como libre; el hombre es necesariamente libre y además es constitutivamente moral; pero la disposición al ajustamiento depende del tono vital o temple mayor o menor; así se habla de moral alta o baja o de personas sin moral.
Por lo que el hombre tiene que ajustarse a la realidad de la sociedad en la cual es participante activo y lo hace conforme a determinadas normas y sistemas de preferencias que vienen dados por la realidad de la sociedad.
Además debe desarrollar competencias para poder interactuar en la sociedad, tales como el desarrollo de sus capacidades para desempeñar una labor y en ese caso se dice que el hombre es competente y suficiente para desempeñar un trabajo y se pude decir que el hombre esta en competencia de tal o cual cosa.
En tal caso la competencia debe significar un compromiso personal y una colaboración dinámica y permanente de todo su ser,  en toda su dimensión física y espiritual, con una tendencia conjunta hacia el bien común. Para garantizar esa colaboración se proponen tres dimensiones en los cuales debe concretizar la competencia: competencia intelectual, competencia moral y competencia física.
En la competencia intelectual se define como la posesión de la ciencia y la sabiduría adquirida a través del aprendizaje y la experiencia, que toda persona debe poseer y que a su vez se considera una persona culta, pero cabe mencionar que la posesión de la ciencia  y la sabiduría no es posible y que se debe actualizar constantemente, ya que la dinámica misma del conocimiento es cambiante y hace que el hombre este en constante superación de los nuevos conocimientos.
La competencia intelectual debe comprenderse en dos momentos: Como competencia técnica y como competencia humanística, en la primera, se trata de un conocimiento teórico y sistemático de las ciencias que se refieren a una profesión, al mismo tiempo que la capacidad de aplicar esos conocimientos a los problemas que se le presenten en su vida cotidiana; se trata con todo rigor de armonizar la ciencia y la experiencia.
En el segundo caso, se insiste en la necesidad del hombre de mantenerse con una dimensión humana abierta a los demás y al deber, con una dimensión abierta a la experiencia estética y a la solidaridad con el mundo y con los demás, con el fin de evitar que el profesional se convierta en una maquina eficaz, pero no humana.
En cuanto a la competencia moral se refiere a la necesidad que el profesional tiene de referirse a un bien, al bien específicamente; esa necesidad se refleja en la vida según la virtud, en la vida virtuosa, la cual se manifiesta en el sentimiento de rechazo a todo lo que aparezca como oscuro, injusto o dudoso, a la vez que en la conciencia de la dignidad de las personas.
Se distinguen dos virtudes: la justicia y la caridad. La primera se vuelve un imperativo para la persona en la medida que es depositario de un bien social y que además trabaja y especialmente para aquellos que trabajan con jefaturas y tienen muchas personas para  que le colaboren y además trabajan con cosas estrictamente confidenciales o manejan grandes capitales.
La segunda se refiere a la necesidad de que todo trabajador se dedique a un servicio desinteresado de todos los demás miembros de la sociedad, aunque, en un sentido de justicia, no este obligado a ello.
En la competencia física, muchas veces, algunas personas fracasan, por que son físicamente incapaces y no tienen la aptitud necesaria para trabajar su cuerpo o llegar a tenerlo como el de un fisiculturista en el caso del hombre y en el de la mujer no llegan a tener las formas deseadas con las medidas que exigen los parámetros de belleza.
Por lo general el principio de la competencia física es la higiene mental y física. La higiene mental se refiere al conjunto de disposiciones necesarias para aceptarse tal como son con sus defectos y virtudes, en cambio la higiene física se refiere al mantenimiento de la capacidad física para desempeñarse a cabalidad.
Cada una de las personas en su trabajo y de acuerdo a la ética tiene sus propios deberes y responsabilidades que le son propios, debido a la peculiaridad de cada uno en particular, además de sus deberes generales. Y desde luego poner en practica sus juicios de valor, la virtud, la bondad, la libertad con su libre albedrio, etc.
Recordemos que el libre albedrio significa la libertad de escoger, la libertad de llevar a cabo nuestras decisiones deliberadas.
LA AUTODETERMINACION
Para que una vida se juzgue buena debe llevar la marca de la autodeterminación y se equipara el bien con la libertad, una vez que se atribuye el valor, ya no se puede desear una cosa que es la libertad como base de todos sus valores, esto hace resaltar la posición estratégica de la libertad, pero no lleva consigo la garantía de sus propias consecuencias; la libertad debe ser para hacernos felices, en la vida buena debe tomarse en cuenta que es lo que se escoge y como lo vamos a escoger.
Por tanto la vida es buena hasta donde se desarrolla y ejerce la facultad de apreciar los valores. La escala y diversidad de valores posibles para un individuo, se limitan a sus propias capacidades innatas; a la riqueza de la cultura en que vive; la educación que aprovecha sus capacidades.
Además, hay que considerar la herencia del medio, especialmente mientras no podamos medir la capacidad independiente de los factores del medio ambiente, que solo revelan su presencia. Sin embargo, el niño recién nacido muestra características estructurales que son genéricas. Las grandes diferencias de  realización, en medio de las pequeñas diferencias del ambiente, demuestran la predominancia de las capacidades innatas.
La autorrealización toma de la cultura su contenido particular, no hay otra fuente de donde pudiera venirle; la efectividad con que puede aprovecharse las facultades innatas de un ser, dependen del valor potencial de su cultura; personas excepcionales, especialmente si no les molestan las incomodidades sociales, pueden elevarse por encima de las limitaciones de su cultura, pero hasta el pensador mas constructivo solo puede reacomodar los objetos e ideas ya presentes en ella.
Las condiciones particulares de la vida pueden limitar la forma y el grado de autorrealización; la falta de tiempo para educarse, de dinero, de oportunidades, muchas veces obstaculizan la autorrealización.
Finalmente, el abismo entre las potencialidades y las realizaciones del individuo, puede permanecer abierto por que los medios educativos de una cultura son inadecuados para cerrarlo. Pueden fracasar, ya sea por no valuar acertadamente las facultades del niño o por no tener las técnicas o la determinación de aprovechamiento.
Cuando se habla de la autorrealización, se considera la necesidad de la misma y los obstáculos que se le oponen. Sin duda en el termino autorrealización los elementos importantes son el ser y la realización .El ser, como ya se ha indicado, es una tensión peculiar entre lo que somos en un momento dado y las posibilidades que concebimos de lo que podemos ser en momentos subsecuentes. El ser es un esfuerzo  para convertirse en cierta clase de persona, pero es un esfuerzo hecho por un ser que es su propio pasado.


LIBERTAD REFLEXIVA
Resultaría así, que realizar el propio ser es realizar algunas de esas posibilidades, especialmente aquellas que han sido determinadas en nuestra libertad reflexiva que consiste en enseñar las diversas formas en que el conocimiento puede guiar a la práctica, la libertad reflexiva se atiene mucho también a ciertas disposiciones y hábitos de pensamiento, tales como la disposición de indagar, las causas, la de examinar las proposiciones a la luz de las pruebas que de ella se presentan, la de tener la mente abierta; estas disposiciones y hábitos cuando se reúnen, forman la mente liberal o liberada.
Por lo tanto la autorrealización significa: medir la capacidad para la realización de valores y ver y ver que el niño aproveche totalmente esas capacidades y recurre a la ciencia para ayudarse en cuanto a su aplicación.
AUTOINTEGRACION
El ser construye posibilidades de valor y se esfuerza por realizar esas posibilidades de la dinámica de la personalidad humana. Es el factor de integración, sin el, la autodeterminación y la autorrealización se dispersarían en todas direcciones, esto ocurre en algunas personas.
Llamamos autointegración a la organización de nuestras energías para la autorrealización, sin embargo algunos valores se excluyen mutuamente; los valores que provienen de la vida social son incompatibles con los de la soledad, no todos los valores se mezclan amistosamente, nos obligan a escoger entre ellos; por lo tanto, cada elección significa emplear el ser entero, por un espacio de tiempo, para bien o para mal.
Esto nos da un indicio del significado de autointegración; un ser no puede ser integrado porque ya es un principio de unificación, es lo que une diversas experiencias dándole la calidad distintiva de ser mías.
Cuando hablamos de integración significamos la unificación de muchos seres dentro de una personalidad, o la unificación de acciones o valores de manera que armonice en vez de chocar.
PRINCIPIOS DE INTEGRACION
Ambas formas de integración se basan en un mismo principio, el de la unidad orgánica; nuestros cuerpos son los mejores ejemplos de esa unidad, de manera que las energías se dirigen y concentran conforme se necesita; cada órgano depende de otro u otros pero todos trabajan para un fin común.
La experiencia también parece necesitar y tener una unidad análoga; las leyes de asociación son también descripciones de la forma en que las experiencias tienden a congregarse en unidades y estas, a su vez en otras mayores; parece haber en la naturaleza una aversión a la soledad, elementos de toda clase tienden a congregarse en sociedades mas o menos complejas y en asociaciones de sociedades. Ocasionalmente, un nuevo fragmento de experiencia anida en un grupo y lo transforma.
Pero hay que señalar que hasta lo que pasa por una vida normal, tiene esas agrupaciones, cada uno de nuestros intereses, como el deporte, la familia, la iglesia es una agrupación. Cada papel que desempeñamos en la vida social, el de padre, esposo, ciudadano, miembro de un club, de una iglesia, tiene su propio conjunto de experiencia, que entra en juego cada vez que desempeñamos ese papel.
Hay muchas maneras de integrar esos seres, algunas más efectivas que otras; de lo que podemos estar seguros es de que la personalidad tratara de integrarse de algún modo. Hasta en las mas extrañas anormalidades hay clases peculiares de integración. Por lo tanto, cuando consideramos la autointegración como un problema, el problemático es el tipo de integración.
TIPOS DE INTEGRACION
El orden social en que vivimos siempre nos da una pauta de integración. Nos hace saber lo que se espera de nosotros, y hacer aquello que se espera que hagamos es una forma de mantener la paz con nosotros mismos y con los demás.
Es cuando mas un esbozo de norma, y cuando un orden social se divide en varios grupos, cada cual con sus propias expectativas, ya no puede servir como pauta de integración para el individuo; muchos consideran que este factor, si no es el mas importante, es uno de los que mas influye en la intranquilidad de esta época.
Aun así nuestro orden social lo que quiere es indiscutiblemente bueno; otra clase de integración proviene de adoptar un propósito de gran magnitud, que organice mas o menos todo lo que hacemos, como medio para lograrlo, esta situación pondrá orden en nuestras elecciones y nos dará un poderoso incentivo para vencer los obstáculos y molestias de la vida ordinaria.
Sin embargo, los grandes propósitos no son innatos ni comunes. Aun cuando cautivan nuestro entusiasmo e imaginación, quedan aun las cuestiones de si son dignas de nuestra devoción; si nuestras capacidades son adecuadas a esa devoción. Podemos estar lamentablemente equivocados en ambas cosas; la prevención y rectificación de tales errores depende, por supuesto del conocimiento y de la educación.
La autointegración requiere, ante todo,  una exacta valuación de nuestras capacidades y esfuerzos. Demanda del conocimiento de los diversos pasos que debemos ejecutar en nuestros grupos sociales. En seguida, demanda de nosotros el conocimiento de los éxitos y fracasos de la humanidad, en su larga lucha por la integración. Finalmente necesitamos conocer los usos del mundo material en que nuestras vidas se desarrollan, por que ese mundo puede frustrar los planes mejor trazados para la autointegración.
Por lo tanto, ese conocimiento tendrá que encontrar un lugar seguro en la educación general, y los hábitos de adquirir, usar y disfrutar dicho conocimiento, serán el resultado inmediato de la educación formal.
El conocimiento, así como el medio para realizarse a si mismo, es también el gran integrador. El conocimiento del ser, el conocimiento de la sociedad y de la naturaleza, es donde se practican las aptitudes y perfeccionamos los hábitos necesarios para la autodeterminación, autorrealización, y autointegración.
Estas son las dimensiones de la vida y se usan repetidamente para probar nuestras nociones de todo lo que queremos conocer e incorporarlo a nuestra practica cotidiana.
Las descripciones de la vida buena en sus tres principales dimensiones, son necesariamente abstractas; ya que el ser humano concretamente debe ser autodeterminado, autorrealizado y autointegrado, lo que nos lleva a describir la personalidad dentro de una estructura de la vida buena, como para poner a prueba nuestro conocimiento de lo que cada dimensión debe significar.




No hay comentarios:

Publicar un comentario